LA MUERTE DE LUCRECIA

 

Cuentan las leyendas y tradiciones que en el año 509 a.c. la ciudad de Ardea, capital de los rútulos a unos cuarenta kilómetros al sur de Roma, estaba sitiada ya que el rey Tarquino necesitaba conseguir más riquezas para continuar la construcción del templo de Jupiter en el Capitolio y en una de las reuniones de los oficiales en el campamento romano, los hijos de Tarquino, Arrunte, Tito y Sexto, en compañía de su primo Lucio Tarquinio Colatino entre otros, discutían sobre la virtud de las esposas y apostaron sobre ellas. Como disponían de mucho tiempo libre, cabalgaron hasta Roma y comprobaron que todas las esposas se encontraban rodeadas de amigos en una fiesta y divirtiéndose en un banquete. En cambio la mujer de Colatino se encontraba en su casa en la aldea de Collatio hilando la lana con la que confeccionaba una prenda para su marido. Al ganar la apuesta Colatino, se presentaron todos ante ella e hizo los honores a los invitados y a su esposo con una cena.

Sexto Tarquinio era de mal perder y además comprobó la belleza de Lucrecia, por lo que concibió la idea de romper la fidelidad de la esposa de Colatino. Para ello, unos días más tarde, sin que nadie lo supiera, se presentó solo en la casa de Lucrecia con ánimo de seducirla y como no conseguía vencer la virtud de ella, lleno de furia por el rechazo, la forzó y violó.

Lucrecia al día siguiente envió una nota a su padre Espurio Lucrecio y a su marido, que se pusieron en camino con celeridad. Lucio Tarquinio Colatino fue con Lucio Junio Bruto, hijo de Tarquinia ( hermana del rey) y su padre Espurio Lucrecio con Publio Valerio Publícola. Al llegar todos a Collatio se encontraron a una Lucrecia afligida por la tristeza y el dolor y entre lágrimas les contó lo sucedido y a pesar de que los cuatro hombres le indicaban que ella no era culpable de nada y que tomarían venganza contra el hijo del rey, les respondió que ella misma se absolvía del pecado pero no del castigo y que hicieran con el causante de su deshonra lo que vieran mejor y sacando un puñal se lo clavó en el corazón. Con el cuerpo de Lucrecia sin vida, los cuatro juraron venganza contra la familia real y regresaron a Roma con el cuerpo de Lucrecia. Allí explicaron al pueblo lo sucedido y éste, cansado del déspota gobierno de los Tarquinios y del ultraje conferido a una romana ejemplar, cerraron las puertas de Roma y dio comienzo el fin de la monarquía en el año 244 a.u.c. de la fundación de la ciudad (509 a.c.).

 

Nos cuenta Tito Livio una anécdota sobre uno de los padres de la república, Lucio Junio Bruto, en la que nos relata que tras unos prodigios acaecidos en Roma (se vio una serpiente deslizándose por una columna que desataron el pánico en la ciudad) el rey Tarquinio decidió consultar con el senado (un prodigio se convertía en público si este lo tomaba en consideración) decidiendo tomar medidas para su procuratio que normalmente era estudiado por los adivinos etruscos.

El rey aterrado por este prodigio que creía referido a su familia, envió una delegación formada por familiares al oráculo de Delfos, el más famoso del mundo conocido. Sus hijos Arrunte y Tito partieron en compañía de Lucio Junio Bruto que era hijo de la hermana del rey. Éste que conocía todas las atrocidades cometidas por Tarquinio y su mujer, incluyendo el asesinato de su hermano por orden de su tío materno, no dejaba nunca traslucir sus verdaderas emociones e ideas a fin de guardar su seguridad, se mostraba como una persona tonta y ni siquiera rechazó el sobrenombre de Bruto ( significa tonto o lelo) que le pusieron. Se lo llevaron los hermanos a Delfos y allí el oráculo vaticinó que el poder supremo de Roma lo tendría el primero que besara a su madre. Bruto comprendiendo que el oráculo pítico siempre tenían otro sentido, simuló caer al suelo y besó la tierra ya que ésta es la madre común de todos los hombres (Gea). Lógicamente podemos suponer que esta leyenda explicativa del cognomen de Bruto y el poder supremo de Roma seguramente sería elaborada por los descendientes de este primer pater patriae , los Iunii Bruti, a fin de dar prestigio a su familia.