FAMILIA Y GENS

 

¿Qué era la gens, gentes? Era la agrupación, familia o clan (el clan escocés proviene del romano) con el mismo apellido (de aquí proviene el término gentilicio en nuestro idioma) que engloba no solamente a los hombres de la misma sangre, sino también a hombres ligados entre sí ya sea por un antepasado o héroe venerado como ascendiente común (sacra gentilitia) o por herencia. Teóricamente todos los miembros de la misma gens descendían de un antepasado común ya sea por vía sanguínea como hemos comentado o por tener derecho de herencia al no haber testamento natural y la admisión en la gens se producía por el voto de los gentiles por cooptatio.

En las listas de cónsules romanos leemos con curiosidad, comparándola con nuestros variados y actuales apellidos, una nula variedad de nombres dado que pertenecen a una misma gens. De la ciudad de Alba Longa proceden las familias ilustres de la gens Julia, Servilia, Tulia, Quincia, Curacia y Clelia. De la Sabina la gens Apia, Postumia, Valeria, Fabia, y Calpurnia, la gens Furia, y Hostilia del Lacio, la familia Octavia de la ciudad de Velitras, las Cinia y Licinia de la ciudad de Arezzo, la Cecina de Volaterra, las Pomponia, Papia y Coponia de Etruria o  las Porcia y Mamilia de la ciudad de Túsculo.El término gens es femenino y por ello decimos que proviene de la gens Julia.

Tomemos a Cayo Julio César (Gaius Iulius Caesar) como ejemplo y estudiemos su organización. Pertenecía a la gens Iulia (procedente de Alba Longa) y su nomen o nombre de la familia (gentilicio) era Iulius, el praenomen (equivalente a nuestro nombre de pila y cada gens o familia tenía preferencia por solo unos cuantos, en el caso de la familia Julia eran los más comunes Cayo, Sexto y Lucio) era Gaius o Cayo y finalmente el cognomen Caesar (era el apellido o sobrenombre de los hombres para diferenciarse de otra rama de la familia que tenían el mismo nombre y gentilicio, en algunos casos se hacían necesarios dos cognomen y este segundo se buscaba haciendo denotar algún carácter físico o sarcástico como nariz grande (Nasica), pelo negro (Niger), cojo, pies grandes, etc.. o bien recordatorio de alguna hazaña como Cornelio Escipión que pasó a identificarse tras la victoria frente a los cartagineses, como Africano o los Metelo que se pusieron como sobrenombre Numídico o Dalmático como vencedores en Numidia y Dalmacia respectivamente, en el caso de Caesar significaba melena abundante lo cual trajo a Julio Cesar numerosos problemas ya que se quedó medio calvo y tenía que peinarse hacia delante y colocarse siempre que podía la corona de laurel que consiguió como legado en la toma de la ciudad de Mitilene cuando contaba algo más de veinte años.

En época arcaica, el territorio de la gens era el pagus o aldea, siendo la familia que ostentaba el papel de jefe en este territorio la patricia. En la primitiva aristocracia romana los patricios fueron los ciudadanos distinguidos de estos pagus y conservaron para siempre ese título y prestigio, vedado a cualquier ciudadano plebeyo incluso aunque éste pudiera ennoblecerse, ya en época republicana, consiguiendo llegar al consulado.

 

Los miembros de una gens se dividían en dos clases, los que pertenecían a ella por derecho de sangre, comprendido por personas que pueden comprobar el grado de su descendencia, aquellos que aún procediendo del mismo antepasado, no pueden enumerar los abuelos ni determinar su grado de parentesco con éstos ( los romanos lo explicaban de esta forma: Julio, hijos de Julio, nietos de Julio, bisnietos de Julio, etc.. y aquellos que designados con el nombre común, no pueden remontarse al primer abuelo, son los Julios),  y los que estaban asociados por ciertas relaciones.

La primera clase, como descendientes directos, los patronos o patricios eran los soberanos, a quien todo pertenecía ( los dos signos de la nobleza en la Edad Media fueron los nombres de la familia y los escudos de armas), traslación de los signos patricios que en los funerales romanos se mostraban. En estos ritos funerarios, la familia patricia del difunto desfilaba por las calles romanas utilizando a personajes o actores que vestían y se movían como el difunto y sus antecesores y portaban los honores o insignias ganadas por el difunto (medallas o recordatorios de hazañas como el collar de Manlio, el martillo de Publicio o el hacha de los Valerio)  o la imago o imagen, máscara en cera pintada de los familiares ya muertos si habían llegado al consulado o habían realizado acciones relevantes para Roma.

La segunda clase de los miembros de la gens comprendía a los antiguos habitantes del pagus, a los libertos manumitidos por el patricio, extranjeros domiciliados en Roma, los vencidos y trasladados a Roma, los pobres y a todos aquellos que pudiendo elegir una libertad precaria, habían preferido la dependencia y protección del señor o patrón. Estos eran denominados cliens o clientes ( en la Edad Media, vasallos) y se comprometían con el patricio o patronus con una solemne vinculación moral ( fides en latín) a servir los intereses y obedecer los deseos de su patrono. El patrono arrendaba tierras a su cliente, o a falta de terrenos le daba alimentos, sportula, o dinero, le ayudaba a conseguir cargos, debía velar por sus intereses, seguir sus pleitos, asistirle con la justicia, en definitiva, hacer por el cliente lo que un padre hace por sus hijos. La ley no aseguraba al cliente ningún recurso contra su patrono ni viceversa pero existía un código de honor que raramente se rompía. La religión romana consagraba al patrono a los dioses si provocaba un agravio al cliente al que debía proteger. El cliente por su parte tomaba el nombre de  familia de su patrono nomen gentilicium, ayudaba a pagar el rescate si el patrono era apresado por piratas (Julio César es un ejemplo ya que con menos de 23 años fue capturado por piratas cilicios y sus clientes tuvieron que pagar un recate), sus multas, sus gastos de litigio, la dote de las hijas y todo lo necesario para el sostenimiento de la dignidad de su clase. Estaba prohibido recíprocamente atestiguar en un juicio y votar en contra uno de otro. Inicialmente en los primeros tiempos eran tan fuertes estos lazos que si el patrono era desterrado o abandonaba la patria, los clientes le seguían allá donde fuere. Fue a partir del 390 a.c. aproximadamente que estos lazos fueron relajándose (el dictador Camilo marchó solo al destierro sin sus clientes) pero con mayor o menor fuerza, la relación continuó hasta Constantino. Con la república y y las conquistas posteriores, se extendió el patronato a ciudades y países ( en época de Cesar siglo I a.c., Pompeyo Magno llegó a tener como clientes varios países del Este del Mediterráneo) , estableciéndose leyes que regularon esta situación patrono-cliente extranjero y Roma-país cliente.

 

Como ya hemos visto anteriormente, las instituciones sociales romanas eran la gens, la familia y clientes pero la institución por excelencia era la familia. El padre ( paterfamilias),la madre (domina), los hijos, las fincas agrícolas y los sirvientes o esclavos (la palabra familia guarda relación con famuli que eran los criados domésticos).  En los primeros tiempos, de pocos esclavos se podía disponer y la mayoría de los trabajos tanto agrícolas como domésticos eran realizados por el padre, la madre y los hijos.

Durante la monarquía y la república, la familia romana estaba vinculada fundamentalmente por el derecho gentilicio que establecía el poder ilimitado dentro de la casa (domus, ínsula o choza) al pater familias, siendo en ésta sacerdote de la religión familiar y juez de todos los asuntos internos, era amo y señor de su mujer, de sus hijos y de sus esclavos así como de cualquier otro miembro familiar que dependiese de él. Solamente a finales de la república se reconoció a la mujer el derecho formal sobre sus hijos o cognatio que hasta entonces había estado establecido por vía paterna o agnatio.

En la Roma de los primeros tiempos los problemas comenzaban al nacer. Si nacía niño o niña, con cualquier tipo de disminución física o mental, el padre tenía el derecho a lanzarlo a la calle o llevarlo al lado del templo de la Pietas, a la columna lactaria, y abandonarlo donde podían pasar dos cosas, o moría o era recogido y adoptado por otra familia para ser esclavo o lena (prostituta) cuando llegasen a la edad adecuada. El hijo varón sano, en cambio, era bien recibido no solo porque cuando creciese podría ayudar con su trabajo, sino porque las creencias romanas religiosas indicaban que después de la muerte del paterfamilias, se había de cuidar la tumba y la realización de sacrificios en las épocas del año dictadas por el pontifex ya que si no se hacía así, el alma del muerto (Manes) no entraría en el paraíso.

Si todo iba bien, como decían los romanos, in suo tempo y in suo anno, a los ocho días del nacimiento era recibido en una solemne ceremonia por su gens recibían su nombre y se les colocaba una cadena al cuello con una pequeña caja redonda llamada bulla en la que colocaban , conforme pasaban los años hasta la mayoría de edad, amuletos protectores ( en el caso de las niñas, era al noveno día y sin bulla por supersticiones) ya que el romano era el pueblo más supersticioso del mundo (ya hablaremos de ello en otro capítulo).

Desde los primeros años se les enseñaba que la familia a la que pertenecían, constituía una unidad militar y política, y que todos los poderes se concentraban en el paterfamilias, la patria potestas, y que sólo éste era el propietario de todo, podía comprar, vender, castigar a cualquier miembro de la familia, incluída la esposa. los hijos solo se liberaban de la patria potestas del paterfamilias cuando se casaban, y si era mujer, pasaba a depender de la patria potestas del nuevo marido. Pasados los primeros siglos, la disciplina y las leyes paternales o familiares  se fueron suavizando pero siempre bajo la disciplina del pater.

En la casa, la madre era denominada domina y no estaba confinada en el gineceo como les sucedía a las mujeres griegas, participaba en la educación de los hijos y, como en las costumbres etruscas, comía con su esposo pero no en triclinio, sino sentada en una silla. Con el tiempo, cuando los romanos comenzaron militarmente a anexionarse otras tierras, el uso de esclavos se hizo usual y el papel de la domina se relajó , de hilar lana con la rueca, labrar, cocinar y atender a los hijos a solamente vigilar a los esclavos en las tareas domésticas  (por supuesto las clases adineradas que se podían permitir comprar un esclavo ).

A los hijos se les enseñaba que en el hogar, lar, la llama no se podía extinguir nunca y había que alimentarla siempre con leña y quemando cada mañana algo de alimento como ofrenda ( esta llama representaba a Vesta, diosa de la vida, que también disponía de un templo en el foro y una casa en la que habitaban las vestales, mujeres vírgenes que se encargaban entre otras cosas, en mantener la llama de Roma). En las paredes de la casa siempre había un hueco donde se suponía estaban los Lares y Penates, espíritus domésticos que protegían la casa y los campos. En la puerta de entrada a la casa, en ambos costados, se encontraba la cara del dios Jano Bifronte ( dos caras), una vigilaba el interior y la otra el exterior, y en el recibidor como si fuera hoy día el mueble típico, había un pequeño altar para los Manes o almas de los antepasados, que siempre estaban en guardia. se les enseñaba que todos ellos, los vivos, las almas y los dioses domésticos formaban un todo que debía cuidarse diariamente y que el paterfamilias, en nombre de los dioses y espíritus familiares, daba las órdenes y ejecutaba los castigos. Como dijo Cicerón, si en algo sobresale el romano es en ser el más religioso de los pueblos.

La vida religiosa en la que el niño/niña se veían inmersos los disciplinaba con rígidas liturgias y el respeto por las fórmulas ceremoniales ya que los dioses domésticos  o indigeteseran muchos y muy escrupulosos en lo concerniente a las fórmulas y las formas ( un ejemplo que puede servirnos de ilustración sobre éstos: los romanos se dirigían a Abeona para que les enseñase a dar los primeros pasos, a Favolino para pronunciar las primeras palabras, a Pomona para que las peras creciesen bien en el huerto, a Saturno para que les auxiliase a plantar el huerto, a Ceres para que les permitiese segar, a Estérculo para que las vacas defecasen suficiente abono en la cuadra, etc..) y siempre estas "plegarias" iban dirigidas con fines prácticos.

A esta curiosa formación del caracter y del espíritu, seguía a los seis o siete años la formación e instrucción. En época monárquica y principios de la república, quedaba confiada a la familia, y raramente, ni tan solo en las familias acomodadas, se delegaba a algún esclavo o liberto (ex esclavo). La costumbre de delegar en un gramaticus y retoricus griego, comenzó en Roma a partir de la última guerra púnica y la conquista de Grecia con la helenización del mundo romano. Hasta el siglo II a.c. las materias eran pocas y muy sencillas, un poco de lectura, escritura, gramática, aritmética e historia. Por supuesto que todo esto se aplicaba a los hijos de familias patricias y poco más. La mayoría de las familias romanas sobrevivían como podían y sólo la religión fue universal. En el capítulo de Religión romana lo veremos.

Los antiguos romanos conocían una tinta que obtenían de algunas raices muy comunes en la zona y con ella mojaban una punta metálica stilo y escribían sobre unas tablas de madera lijada. Ya en el siglo IV a.c. se crearon el pergamino (desde la ciudad de Pérgamo con papel de lino) y el papiro en Egipto pero eran demasiado caros para usarlo en el aprendizaje. Además en estas primeras épocas, la lengua romana escrita era de una sintaxis de pocas vocales y sin separación entre palabras que unido a la falta de matices, solo se adecuaba para la escritura de códigos y leyes como los fasti consulari, libri magistrati, Annales, ... pero no para otros usos como la poesía o la narración. por este motivo en los primeros siglos de Roma no había ninguna necesidad cultural y la historia romana pasó oralmente de padres a hijos a través de relatos que impresionasen a los críos como las leyendas de Rómulo, rapto de las sabinas, los Horacios, etc... (entre el VII al III a.c.) , y ya a partir del III a.c. algunos romanos, para elevar el espíritu, aprendieron el griego, mucho más rica, con matices y muy flexible, que permitía escribir obras teatrales, filosóficas e incluso hilarotragedias. Plauto, en época de los Escipiones, comenzó a escribir comedias con sentido del humor ( su primera obra fue Asinaria ) a las que llamaron hilarotragedias y Fabio Pictor, textos de historia sobre el 240-200 a.c.. En el 240 a.c., Livio Andrónico, griego y esclavo de los romanos tras la captura de Tarento, comenzó a escribir en latín antiguas obras griegas como la Odisea de Homero, esta primera obra de Livio fue estrenada en los ludes de ese año 240 a.c. y entusiasmó a los romanos que la vieron. A partir de Livio Andrónico y Plauto, los romanos que nunca habían visto espectáculos parecidos y divertidos, fueron aficionándose a estas nuevas ideas y poco a poco, ya en el siglo I a.c. se les reconoció a los poetas a nivel gobernativo, la categoría de ciudadanos, permitiendo la corporación social de los miembros con sede en el templo de Minerva en el Aventino.