LAS CASAS ROMANAS

 

Gracias a que en el siglo XVIII se descubre la ciudad de Pompeya y Herculano y la arqueología en Ostia y Roma aumenta, los expertos nos han dado a conocer la laguna existente durante siglos sobre la vida cotidiana de los romanos. Gracias al descubrimiento de estas ciudades sepultadas y a la labor de los arqueólogos durante estos dos últimos siglos se han llenado las lagunas existentes sobre la forma de vida de los romanos.

Tal como hemos comentado ya, Roma se formó poco a poco a partir de unas aldeas ya existentes en las colinas de la futura ciudad e incluso en los primeros tiempos de la monarquía, los romanos vivían en un tipo de cabaña circular tal como indica el dibujo, se dedicaban a cultivar la tierra o a pastorear en los prados vecinos y entre el trabajo y las obligaciones religiosas,  poco tiempo les quedaba exceptuando algunas fiestas al año de origen religioso como el Septimontium. La típica casa itálica o cabaña era redonda y desgraciadamente no se han conservado, pero su forma nos es conocida por las representaciones de éstas en vasos y urnas funerarias y la forma gracias a los hallazgos realizados en la colina Palatina en la que se ha podido comprobar la cimentación de estas casas. Estaban hechas en madera, caña y recubiertas de paja y el techo era cónico. Sólo disponía de una habitación en la que se comía y se dormía, con dos entradas, la puerta y una abertura en el centro del techo por la que el humo podía salir. Parece ser que a esta zona abierta en el techo se le llamaba atrium que procede de la palabra ater y significa negro y por tanto como esa zona estaría ennegrecida por la acumulación del humo se la denominó así ( Servio, I,726: Ibi culina erat, unde atrium dictum est, atrum enim erat ex fumo)

 

El contacto con otras culturas como la etrusca y la griega, gradualmente fueron cambiando la situación y a partir de la llegada de la monarquía etrusca a Roma, la técnica urbanística etrusca irrumpe en la ciudad y el asentamiento de mercaderes y comerciantes impulsa el desarrollo de la urbe con lo que el modo de vida se va haciendo poco a poco más llevable. Se construyen edificios tanto públicos como privados y va tomando forma el sistema de cloacas y el desvío de agua a las zonas urbanas que se van desarrollando principalmente en las zonas altas de las colinas donde las condiciones sanitarias son mejores.

Por supuesto es la clase patricia la que prospera en mayor grado pero también gracias a mejoras como el sistema de cloacas en tiempos de Tarquino hace que el valle sea menos insano y también se desarrollen los barrios bajos como Subura y el Velabrum. La riqueza va aumentando y gracias a las conquistas romanas, los esclavos aumentan. A finales de la monarquía tras más de doscientos años de desarrollo urbano, la calidad de vida de las familias más poderosas ha aumentado y el modo de vida etrusco y griego se va consolidando. Las primeras casas romanas dejan paso a la domus importada de Etruria en los tres últimos siglos de la república, en la que aparece el atrium, perystilum, compluvium, impluvium, etc. Este tipo de casa-patio responde a un modelo cuyo origen parece ser Mesopotamia y desarrollado durante el tercer milenio a.c. por la civilización sumeria. Se difundió por todo el Creciente Fértil y Anatolia y así se introdujo en el mundo griego y etrusco.

En el siglo III a.c. y ante la carencia de espacio en las casas arcaicas romanas, se adoptó de los etruscos el modelo que permitía aumentar el espacio de la vivienda. Así el huerto trasero pasa a transformarse en un nuevo patio porticado similar al peristilo griego por lo que la nueva vivienda romana pasa a disponer de dos ambientes, el atrio y el peristilo apareciendo el andron como comunicación de ambos ambientes y se abre el tablinum para que exista una comunicación amplia entre el atrio y el peristilo convirtiéndose así el atrio en zona de recepción y acceso a la vivienda y lujosamente amueblado de cara a los visitantes.

Inicialmente el lugar de paso entre ambos ambientes llamado andron por los griegos pasa a ser una zona reservada al pater familias como un tipo de triclinium o sala de banquetes y se crean en la zona del peristilo diferentes habitaciones como el triclinium como comedor o sala de banquetes, la exedra como sala abierta al peristilo y lugar de recreo, estar o recepción, el oecus como comedor de gala más amplio y cómodo que el triclinium.

Con el tiempo, en este segundo patio  (peristilum) las familias pudientes de Roma la ornamentarán con estatuas, estanques y jardines. En el año 78 a.c. el cónsul Lépido introdujo en Roma el mármol procedente de Numidia para pavimentar su casa e instauró la moda de la opulencia y el fasto por lo que pocos años más tarde, la mayoría de sus contemporáneos ornamentaban las suyas con columnas de mármol como Licinio Craso o con mármoles negros el príncipe del Senado, Escauro.... Si pueden visitar Pompeya, comprobarán las muchas posibilidades que los romanos establecieron.

 

 

Existieron diversos tipos de domus pero representamos en la figura el tipo medio de casa unifamiliar de una planta ya que por ejemplo en lo que representa el atrium existían cinco modelos tal como Vitruvio nos explica: Atrium Tuscanicum (uno de los más antiguos y más utilizados sin columnas, soportando el peso del compluvium con vigas horizontales para atrios pequeños), el atrium Tetrastylum (con cuatro columnas o pilares en los cuatro ángulos del compluvium y muy utilizado), el atrium Corinthium (similar al anterior pero con mayor número de pilares), el Displuviatum (con el tejado y compluvium inclinado al exterior y por tanto las aguas recogidas se eliminaban fuera de la casa) y el Testudinatum ( todo tejado sin compluvium).

 

Según los registros de que disponemos, ya en época imperial en el siglo I d.c. sólo existían en Roma 1800 domus por lo que no podemos incluirla como la casa típica romana. Solo las clases más pudientes de Roma como miembros del Senado, patricios y miembros del orden ecuestre más adinerados podían permitírselo de la misma forma que en nuestros días sólo algunas familias pueden permitirse vivir en el centro de las grandes ciudades en una gran mansión a todo lujo. Por ello no podemos decir que la domus sea la casa romana por excelencia, la mayoría del pueblo romano vivía en ínsulas en la ciudad y en casas de campo en el resto por lo que si debemos ponerle un nombre a la casa típica en Roma debe ser la ínsula.

Estas casas de las familias pudientes constituía una vivienda urbana de carácter unifamiliar, es decir, la vivienda del pater familias y de todos los que vivían bajo su tutela por lo que podemos denominarla casa familiar y curiosamente construída hacia adentro, sin ventanas al exterior y distribuída, en una sola planta en general (algunas domus podían tener un segundo piso alrededor del atrium con habitaciones secundarias tanto para la vivienda principal como para las tabernae o tiendas que pudieran tener en los laterales).

Influída por la arquitectura helenística y concebida en sentido horizontal, la domus estaba construída en torno al patio interior llamado atrio (atrium) y a un jardín también interior o peristilo (peristylum). Hoy día los patios andaluces o los claustros de nuestros monasterios románicos y edificios bizantinos proceden de esta forma de edificar y que importaron los romanos que se acomodaron en la península.

A veces, en los dos laterales de la fachada principal se construían tiendas llamadas tabernae, sin conexión con el interior de la casa en la que se acomodaban diferentes artesanos o comerciantes a los que se les alquilaba por parte del dueño de la casa (fullonicae, thermopolia, cauponae, tabernae..).

Desde la calle y una vez traspasada la puerta llamada ostium o Ianua (procedente del dios Jano o Ianus bifronte) se accedía a la casa a través del vestibulum en el que se recibía a las visitas, y tras el pasillo o fauces se llegaba al atrio como centro de la casa, normalmente sostenida por columnas con un corredor que lo circundaba y por el que se accedía a casi todas las habitaciones. También era el centro social y lugar de reunión para todos.

En el centro del atrio casi siempre existía un pequeño estanque o impluvium que tenía como misión recoger las aguas de la lluvia a través de las canalizaciones en el techo de éste llamado compluvium y bajo el atrio se disponía de un depósito donde se almacenaba esta agua procedente del impluvium o estanque. (Vitruvio, Festo y Plinio nos han dejado toda una serie de explicaciones sobre la domus por si interesa).

La rica decoración de sus columnas, el compluvium, impluvium y las paredes eran un factor muy tenido en cuenta por los romanos para resaltar la posición social de la familia y era el lugar en el que normalmente se colocaban los dos altares que existían en una casa romana, el lararium y el imagines maiorum (éste último se colocaba también en el vestibulum).

El lararium era una pequeña capilla o altar donde se cuidaba la llama del hogar y en el que todas las mañanas se rezaba a los dioses familiares (lares) que protegían la casa y sus moradores. El Imagines maiorum en cambio era una zona, normalmente situada en la entrada de la casa, ya sea en el vestibulum, en las fasces o en el atrium, en la que se colocaban las máscaras en cera y objetos de los antepasados familiares que ocuparon cargos importantes como el consulado. Eran motivo de orgullo familiar y se sacaban a la calle en los funerales de los miembros de la familia. Como ya hemos comentado, las aguas de lluvia se conducían gracias al tejado llamado compluvium hasta el estanque o impluvium.

Desde el atrium o también llamado cavum aedium se accedía a las habitaciones o cubiculae, a las alae y a otras dependencias situadas entre el atrio y el peristilo como el tablinum o habitación despacho del pater familia en el que se recibía a los amigos o a los clientes y el triclinium o comedor y sala de recepción para invitados. En el siglo I a.c. cercano el fin de la república, el atrium dejó de ser el centro de reunión como pieza central de la casa y pasó a la parte más interior el centro familiar alrededor del peristylum y las casas dispusieron de otras habitaciones más grandes como el oecus como sala de recepción de invitados y la exedra. Como no disponían de ventanas al exterior, las casas romanas no eran muy luminosas ya que la luz sólo provenía del atrium y el peristylium y todas las paredes de las habitaciones estaban decoradas con pinturas geométricas de perspectiva para dar sensación de amplitud, alegóricas con motivos mitológicos o de escenas alusivas al uso de esa habitación y el suelo de las habitaciones más representativas como el vestibulum, tablinum, triclinium u oecus con mosaicos deslumbrantes. Con el tiempo esta sociedad de ricos y aristócratas llegaron a disponer no solo de agua corriente proveniente del acueducto, sino calefacción como en los baños públicos (en una habitación por debajo del nivel del suelo de la domus se quemaban materiales combustibles como la madera en un horno y por medio de una red de conductos  que iban por debajo del suelo y paredes se conducían los gases de la combustión que calentaban la casa. A esta habitación la llamaban hipocastium) y a decorar sus casas con todo tipo de riquezas y obras de arte provenientes del mundo helénico, unas de gran gusto y otras de pésimo gusto tal como atestigua Petronio (siglo I d.c. en tiempos de Nerón) en su novela “El Satiricon” sobre la casa de Trimalción, un liberto enriquecido.

 

En Roma sobre todo, y motivado por la falta de espacio dentro de las murallas servianas, se desarrolló un tipo de edificación que solucionase esta falta de espacio para la gran mayoría del pueblo romano: la insula, como edificio en el que pudieran alojarse tanto clases acomodadas como la plebe y lo más parecido a nuestras casas de pisos. 

La ínsula estaba diseñada a partir de una planta baja similar a la del domus en la que  se incorporan varias tabernae, patios centrales y

viviendas de gran tamaño similares a la domus para las clases altas y sobre esta planta se elevan varios pisos y  cada una de estas plantas se dividen en viviendas llamadas cenaculas. En los últimos pisos, estas viviendas disminuyen mucho su tamaño llegando incluso a ser algunas de una sola habitación (cubicula). Estos pisos no disponen de agua corriente pero disponen de luz proveniente del patio interior y de las ventanas y balcones que se incorporan en las diferentes fachadas, a diferencia de la domus construída sin ventanas y a resguardo del bullicio de la calle., con lo que se convierten en viviendas ruidosas tal como nos explica Juvenal: “ En Roma para poder descansar y dormir se necesita mucho dinero para vivir en una domus”.

 Las primeras ínsulas se construyeron con madera y adobe, materiales tan poco resistentes que no permitían grandes alturas y ocasionaron multitud de muertos al hundirse o en los numerosos incendios que se producían. En el siglo III a.c. se desarrollan técnicas que permitirán construir ínsulas de más de tres y cuatro pisos utilizando materiales más resistentes como el hormigón, argamasa y ladrillos cocidos junto con la madera, pero la especulación de los constructores y contratistas hacen necesario establecer una serie de leyes con imposición máxima de altura y grosores de muros. Ni que decir tiene que no se pudo acabar con la especulación y el enriquecimiento a expensas de la seguridad, más o menos como hoy día por lo que siguieron cayéndose ínsulas y produciéndose incendios. Como dato que avala lo dicho, en el siglo I a.c. el plutócrata Marco Licinio Craso conocido por eliminar la sublevación de Espartaco según nos cuenta Plutarco, compró un gran número de esclavos arquitectos y maestros de obras, en cuanto se producía un incendio o un derrumbe de edificios, procuraba hacerse con éstos y los contiguos a ellos a un precio irrisorio por el miedo y la incertidumbre, consiguiendo con los años ser dueño de casi todos los edificios de  Roma.

 

Con el tiempo,llegaron a ser tan imponentes en Roma que incluso hubo que normalizar su construcción. Así en época de Augusto se fijó como altura máxima los 20 metros y dejar separaciones, llamadas ambitus entre edificios, de casi 1 metro a fin de evitar incendios masivos, y posteriormente en época de Trajano, bajaron a 17 metros a fin de evitar posibles derrumbamientos ante el incumplimiento sistemático de las construcciones (ver en ingeniería romana).